Nuevos miembros

Caminaba despreocupadamente por los pasillos de la división en la que antaño había estado alistado, con ambos brazos detrás de la cabeza y con absoluta desfachatez. Miraba las puertas, las paredes y el entarimado sobre el que pisaba con relativa melancolía. Había creído oportuno visitar a sus antiguos compañeros de división y amigos, camaradas y compañeros de lucha, pero ahora los recuerdos acudían a él sin pedirle permiso. Sus días de servicio, las misiones, los entrenamientos y sus numerosas boracheras de las que en su mayoría ni se acordaba, todo aquello volvía a su memoria, y contra su voluntad, le arrebató una triste sonrisa.
Había descubierto con tristeza que muchos de sus compañeros habían muerto en combate y, si bien morir luchando era la muerte más noble de un guerrero, le dolía pensar que ya no podría volver a reír con sus compañeros caídos.

Por los pasillos su presencia no era ignorada. Y aunque pasar por alto a una persona de más de dos metros era dificil, era aun más dificil encontrar a un oficial de otro escuadrón vagabundeando en un estado de semiinconsiencia por unos pasillos que desde hacía años que ya no frecuentaba.

Algunos de los shinigamis que lo reconocían, lo saludaban energicamente, diciendo algo como ''-Es un honor que esté usted por aquí, oficial Kengo.'' a lo que él respondia con una leve inclinación de cabeza y seguía su lento camino.
Tambíen había notado el gran numero de nuevos reclutas que tenía aquella división, recordando a los pocos novatos que él había entrenado en sus días allí. Provablemente por aquella manca de reclutas, envianban ahora a tantisimos recién graduados a ese escudrón, intentando tener equilibradas todas las divisones en lo que respectaba a personal.

Fue sacado de sus pensamientos al sentir algo chocar contra su pecho. Miró al suelo y vio a una chica que no reconocía, provablemente sería una de las nuevas reclutas que hacía poco que habían llegado. Había estado tan ausente en sus propios pensamientos que ni siquiera la había visto. Se inclinó sobre ella, sonriendole amplia e infantilmente, agarrandola suavemente por el brazo y ayudandola a levantarse.

-Lo siento. - se disculpó con una sonrisa, rascandose la cabeza con cierta culpavilidad. -Mizumachi Kengo, quinto oficial de la decimo primera división. - se presentó, ya que sabía que al ser ella nueva, no sabría quien sería él. -¿Con quién tengo el honor? - preguntó divertido a la chica de ojos cafés, sonriendo con inocencia.

Caminaba por los pasillos distraida, como en otro mundo, mirando las paredes de mi nuevo escuadrón. La ilusión me recorria el cuerpo, igual que a un niño al que le acaban de dar una piruleta. No me podia creer que por fin estubiera alli. Después de todo, los seis años de academia y el esfuerzo dieron por fin sus frutos. Sonreia a todo el mundo que pasaba (cuando no me encontraba en el limbo), aunque me costara hacerlo pues estaba muerta de verguenza. Pero queria causar una buena impresión a mis nuevos compañeros de escuadrón, quienes observé que me trataban como simplemente a una más. No como en la academia, en la que los recién llegados eran llamados "Los nuevos" y no eran tratados como a los demás hasta que llevaban tiempo alí. Pero aquello ya no era una academia repleta de niños que creaban normas absurdas, aquello era el Gotei 13, en el que todos, para entrar, debiamos tener un mínimo de madurez y dos dedos de frente. Y yo me sentía orgullosa de encajar en el perfil.
Ninguno de mis compañeros de clase habian entrado en el escuadrón 3, asi que no tendria con quien hablar por un tiempo, pues a mi entonces, me costaba mucho hacer nuevas amistades. Mientras pensaba en todo esto, me di cuenta de que estaba dando vueltas sin sentido, y que ya había pasado por el mismo pasillo tres veces. No tenía ni idea de a donde tenía que ir, y aunque lo hubiera sabido, mi horrible sentido de la orientación me la habria jugado de nuevo.
De repente choqué contra algo, perdí el equilibrio y tropecé con mis propios pies (viva mi gran equilibrio) . Al principio pensé que era una pared; era capaz de serlo, con lo despistada que iba yo y lo alto que era. Pero, cuando levanté la vista vi que me equivocaba. Se trataba de un chico rubio muy alto, me atreveria a decir que superaba los dos metros de altura, pues mi metro sesenta le llegaba a la altura del pecho.Este parecia estar también distraido, creo que casi ni se inmutó del golpe, porque a penas se habia movido. Cuando miró al suelo y me vio, sonrió ampliamente, como gesto de disculpa y me ayudó a levantarme.
-Lo siento.-dijo cuando me puse en pie- Mizumachi Kengo, quinto oficial de la decimo primera división. ¿Con quién tengo el honor?
-No pasa nada -sonrei timidamente- en parte la culpa también es ma, creo que los dos ibamos algo distraidos. Mi nombre es Natsumi Ikimotto y acabo de entrar en la división 3. Encantada.- me incliné un poco, haciendo una reverencia. Me pregunté que hacia alli un shinigami de la décimo primera división, pero tendria que haber tenido mucha cara para preguntarselo; aunque se me pasó por la cabeza que quizás el podria ayudarme. Respiré hondo, aquello me estaba costando lo mio, pues me daba mucha verguenza hablar con gente que no conocia bien - Eh... la verdad es que estoy un poco perdida. ¿Me podria ayudar?

Al ver la timida sonrisa de la mujer, ensanchó la suya propia, indicándole sin necesidad de hablar que no necesitaba que guardar las formas con él. Enseguida se presento con una leve reverencia, la miró con gracia. Por ese día ya había tenido suficientes reverencias y formalidades (Protocolos que cabe decir que no soportaba). Se aceró a ella y le revolvió el pelo con familiaridad, para despues inclinarse hacia delante hasta que sus rostros quedaron alineados, a la misma altura.

La miró con falsa seriedad, haciendo un gracioso puchero.

-Eres demasiado formal . - le dijo tranquilo. -Somos compañeros... - pensó después de hablar (Como es costumbre en él) y se dio cuenta que no estaban en la misma división, pero a pesar de aquello seguian siendo compañeros shinigami... ¿no? -...creo. - finalizó incorporándose y rascandose la cabeza, discutiendo internamente el nuevo debate existencial que sus alocadas neuronas habían comenzado. Sonrío inocente. -Claro que somos compañeros. - dijo seguro de si mismo, sonriendo ampliamente e ignorando por completo sus palabras anteriores, volviendo a revolver el cabello de la castaña, esta vez con más brio, dejando algunos cabellos completamente fuera de su lugar. -Así que no más formalidades.

Vio como la mujer se ruborizaba y aspiraba el aire. La miró curioso, no sabía si era su comportamiento era el que había causado ese rubor en ella o la verguenza que debía estar pasando en esos momentos.
Sonrío divertido. Aquella tímidez suya era muy graciosa.

Escuchó como después de pasar por diferentes tonos de carmín, la muchacha se había dignado ha hablar, pidiendo su ayuda para intentar orientarse. Sonrío ampliamente, indicándole que estaría encantado de ayudarla, aunque...

-Sigues siendo muy formal. - hizo un puchero nuevamente con los labios, falsamente indignado y con el aire infantil indeleble en él. -Y no me trates de usted. -espetó repentinamente, recalcando lo poco que le gustaban las formalidades. Al ver la cara de confusión de la chica, sonrío. -Llamame solo Mizumachi. - finalizó alegre.

Le gustaba pensar que el vacío que habían dejado aquellos que se habían marchado era para que otros pudieran llegar y llenarlo nuevamente.

Se me encendieron las mejillas, haciendo que el tono mi cara pasara por todos los tonos de rojo posibles. El chico, a quien parecia darle gracia aquello, aceptó a ayudarme a orientarme con una gran sonrisa. A diferencia de otos shinigamis superiores, quienes tan solo me transmitían respeto, su sonrisa despreocupada y su actitud tan infantil como alegre me transmitían también confianza. Me sentía bien con el, como si nos conociéramos desde hace mucho tiempo. Era como si siempre hubiéramos sido amigos. Eso hizo que perdiera un poco la verguenza y que el color de mi cara volviera a ser normal.
Lo miré algo desconcertada mientras me decía con un puchero en los labios que no lo tratara de usted y lo llamara Mizumachi. No le gustaban las formalidades, supuse; y la verdad es que a mi tampoco.
-Entonces... ¿solo Mizumachi?- dije - De acuerdo. - le devolví la sonrisa y me di cuenta de que me encontraba mas cómoda llamándole asi.
Puesto que era mi primer dia allí, repasé mentalmente de nuevo lo que aquella mañana me habian dicho que tenía que hacer, pero tenía tantas cosas en la cabeza que no lo recordaba bien. Maldije mi memoria de pez mientras me llevaba una mano a la cabeza.
-Bueno... ¡la verdad es que no tengo ni idea de lo primero que tengo que hacer!- reí tontamente. Genial, empezábamos bien - se que tengo que ir a algun lugar o algo, pero el caso es que no recuerdo donde...- añadí pensativa.

Sintió como la Muchacha se relajaba al quitar las formalidades. Sonrío ampliamente a la chica y lerevolvió el cabello al escucharla llamarlo por su nombre, como tanto le gustaba,

-Perfecto. - le sonrío infantil. Tenía que reconocer que se sentía muy a gusto con aquella mujer, y aunque le fuera muy fácil hacer amigos y sentirse a gusto con todo tipo de personas, con aquella chica era diferente. Si bien al ir ascendiendo de rango había perdido amigos o estos acababan dándole la espalda -quizá por no saber escoger él sus amistades, o su inocencia-, hiriendolo más de lo que reconocería nunca. Sentía que con aquella mujer, a pesar de haberla conocido hacía diez minutos podía confiar plenamente en ella.

Vio como la mujer se rascaba la cabeza con una expresion muy similar a la del rubio cuando se le olvidaba algo importante como reuniones o entrenamientos. Sonrío plenamente ante aquello y al escuchar de labios de la castaña que había dado en el clavo sontó una risilla, acompañando la de Natsumi.
La miró por momentos y se puso a pensar él también formando un 3 con los labio y mirando un punto indefinido en el techo, recordando su primer día en aquella misma división. Repentinamente salió de su trance y sonrío nuevamente a la chica.

-¿No serán las presentaciones de los nuevos reclutas a los altos cargos? En mi primer día, un ofical de bajo rango nos avisó a todos los nuevos de las presentaciones a los altos cargos. - dijo pensativo. -El capitán, sub capitán y los cinco primeros oficales, creo. Te cuentan todo el rollo y como funciona la división. Yo ni siquiera fui. - dijo divertido y con absoluta desfachatez al reconocer su primera falta -que encabezaría muchas más- en su primer día.

Después de pensar un rato, Mizumachi me dijo que debian ser las presentaciones de los capitanes. Admitió divertido y con toda tranquilidad que el no fue a la suya. Miré al techo pensativa recordando aquella mañana.
-¡Si! ¡Era eso!- dije ilusionada dedicándole una gran sonrisa- Tenia tantas cosas en la cabeza esta mañana que no sabia que tenia que hacer. Es mi primer día y en lo único en lo que pensaba era en como sería todo.- empecé a hablarle con total confianza, pues noté que las palabras me salían solas, y eso no me solía pasar con otra gente- Esque no me puedo creer que por fin esté aquí...
Repasé con el dedo el borde del marco de la puerta que tenia al lado mientras recordaba nostáligica todos los años en la academia y todo el esfuerzo. Y, sobretodo, la ilusión que me había hecho desde hace mucho tiempo ser shinigami. Pero en ese mismo momento, en lo único que debia pensar era en lo que debia hacer ahora que lo habia conseguido. Queria llegar a ser alguien fuerte, para poder confiar en mí misma. Acabé de pensar eso cuando me di cuenta de que me habia vuelto a distraer. Levanté la mirada, que habia estado clavada en la pared medio minuto en que habiamos estado los dos en silencio.
-¡Perdón, volvia a estar en el limbo!- me rasque la cabeza mientras esbozaba una risita vergonzosa- Y.... bueno ¿donde hacen esas presentaciones?

Escuchó como hablaba con naturalidad y sonreía con confianza. Sonrío ante aquello y escuchó atentamente como hablaba hasta que se quedó en el limbo. Le hizo gracia aquello y hasta cierto punto le recordó a él mismo, cuando se quedava off en la reuniones aburridas de oficiales o cuando le hechaban la bronca -que solían ser bastantes-
Vio como la mujer esbozaba una sonrísa nostalgica y supo que estaba recordando por lo que había tenido que pasar hasta llegar a donde estaba y poder llamarse a sí misma shinigami, lo que hizo que, inconscientemente, recuerdos de su vida en el Rukongai, sus años en la Academia y su estancia en el Gotei 13 volvieran a su mente. Seguramente ella tampoco había pasado por una vida fácil, pocos shinigamis podía decir que les gustaba su vida antes de vestir aquel kimono negro.

Vio como se disculpaba al volver a tierra con una sonrisa vergonzosa, preguntandole donde se hacía las presentaciones.

Sonrío con inocencia.

-No tengo ni idea. - confirmó. -Pero vamos a veriguarlo. - sonrío ampliamente y congió en brazos velozmente a la mujer, valiendose de su agilidad natural antes de salir corriendo por los casillos.

Mizumachi reconoció pensativo que no tenia ni idea de donde se hacian las presentaciones de los rangos superiores. Cerré los ojos y crucé los brazs poniendome a pensar yo también.
-A ver, debe de haber un salon o lugar donde se celebren eventos. Algo asi como un salon de actos o una...
Antes de que pudiera acabar Mizumachi me cogió como si fuera una niña pequeña, levantandome como si pesara lo mismo que una pluma. Dijo que iriamos a averiguarlo y empezó a correr a gran velocidad por el pasillo. Pude notar como me volvia a poner roja mientras notaba como se clavaban en mi todas las miradas de los shinigamis que habia en el escuadrón. A Mizumachi, en cambio no parecian molestarle para nada, el estaba concengrado mirando las puertas y pasillos.
En el preciso momento en el qu iba a decirle que tenia piernas y sabia correr, pensé que no debia tener verguenza y que, después de todo, era un medio de transporte rapido, gratuito y, a demás, en compañia ¿que mas podia pedir? Me moví y me puse en su espalda -al ser yo tan pequeña y el tan grande no le estorbé al cambiarme- donde podia ver mejor y me sentia más cómoda. Nunca pensé que me en mi primer dia alli iba a recorrerme el escuadrón a caballito de alguien a quien acababa de conocer. Casi no me daba tiempo ni de ver el nombre de las habitaciones de lo rápido que corria.
-¡Mizumachi!- dije mientras el giraba en una esquina- no corras tanto, no me da tiempo de leer nada -si iba tan rápido para no tener ni idea de a donde habia que ir, no me queria ni imaginar cuando tenia un rumbo fijo- ¿Tienes por lo menos una idea de el lugar que tenemos que buscar?