Puertas del infierno [Mina/Mizumachi]

Caminaba lenta e indiscretamente por los abrillantados pasillos de los cuarteles de la décimo primera división. Tenía ambos brazos detrás de la cabeza, su conocida cara y andar despreocupados con su llamativa zampakutou enfundada fielmente en el cinto y a pesar de estar mirando a todos lados intentando distinguir los sonidos era incapaz de escuchar sus propios pasos. A ese punto del mediodia, cuando el sol estaba más alto e inundaba todo con su sofocante luz veraniega, todo los relutas o shinigamis de bajo rango cumplian con sus entrenamientos diarios a cargo de otros shinigamis superiores. Y al estar bordeando uno de los campos de entrenamiento más grandes de aquella división -y provablemente de todo el Gotei 13-, donde todos los reclutas entrenaban de forma reglamentaria, solo se escuchaban el sonido de espadas de prectica chirriar entre sí, golpes más bastos que el pomo de una puerta y los gritos insatisfechos de los supervisores, sonido que eran mucho más altos y molestos de lo que él mismo recordaba.

Se detuvo un momento para mirar a aquellos hombrecitos con kimonos negros entrenar. Él en su momento había estado en el mismo lugar que ellos, sudando la gota gorda y soportando el insufrible calor y los gritos de los demás y lo cierto era que aquello parecía el paraíso comparado con lo que tendría que pasar él. Y lo cierto era que muchos de aquellos reclutas que no tenían disciplina ni habilidad ninguna serían dispuestos para tareas menores en las que en contadas ocasiones tendrían que desenvainar su espaada y otros pocos pasarían por el corte y estarían en primera linea, listos para dar su vida en el campo de batalla. Aquellos entrenamientos que para la mayoría de aquellos hombres no eran más que torturas completamente inútiles, eran los que realizaban el proceso de descarte, en los que se podían distinguir fácilmente un guerrero de un idiota, donde se distinguian a los débiles de los fuertes y a los cobárdes y a los valientes, entrenamientos de donde saldrían -con suerte- hombres vestidos con kimonos negros o de donde saldrían verdaderos shinigamis.
Siguió su camino hacía una de las salas de entrenamiento cubiertas que empleaban los shinigamis de mayor rango, salas que en muchas ocasiones acababan destruidas.
Entró y por fin, tuvo silencio, se sentó en el suelo con Kyoshin en su regazo y examinó la sala con la vista; era muy similar en la que había cruzado espadas por primera vez con la misma que ahora iba a entrenarlo. Sonrío exitado, esperando con ansias ver cruzar a la mujer albina por la puerta de madera que daba a la amplia sala.

Hoy era el dia, ya estaba todo todo todo todo todo listo , acababa de volver del cuartel del 2º escuadron, para este entrenamiento necesitaria su ayuda, jijijijiji....empezariamos por lo ams basico, queria ver hasta que punto esta dispuesto Mizumachi...

Entre sonoramente en el dojo con una sonrisa, alli estaba, el rubiales de mizumachi , le mire con inocencia en mis ojos y dije con tono alegrado:

-Mizu mizuuu ya estoy aqui!

Dicho esto me sente delante de el y dije:

- Oye oye mizu mizu, a las afueras del rukongai, por el este, hay una granja que da una leche buenissima, quiero esa leche! Pero....

Sonrei aun mas alegremente:

-Tienes treinta minutos y no puedes usar shumpo! jijijiji....

Sintió la inconfundible presencia de la albina rodear la sala de entrenamiento en la que estaba y enseguida entrar por la puerta, la miró radiante y ella le devolvió la sonrísa de buen grado anunciando su llegada para despues sentarse frente a él.
La miró interesado, esperando las indicaciones de su ahora sensei. Escuchó como pedía la leche de una granja que estaba a las afueras del Rukongai este. Se extrañó, no hacía falta ser muy listo para darse cuante que lo enviaría a él a por la leche pero aquello era demasiado fácil, hasta un recluta novato era capaz de hacer aquello y además teníendo en cuanta que era justamente Mina a la que se le había ocurrido la idea nada sería tan fácil como parecía.
La mujer amplió su sonrisa he hizo una pequeña pausa. Mizumachi sonrío también, pero por ver confirmadas su sosechas. La conocía lo suficiente como para saber que aquella sonrisa solo era el presagio de la tormenta.

-Tienes treinta minutos y no puedes usar shumpo - sonrío ampliamente, emocionado y se levantó del suelo.

Si bien cualquier persona normal se hubira resistido ha hacer aquello con aquel tiempo imposible y la incapacidad de usar shumpo, a él tan solo le hacía hervir la sangre de emoción, algunos lo llamaban inconsciencia o estupidez pero el prefería llamarlo diversión, porque para él, aquello sería terriblemente divertido.

-¡Eso está hecho! - o quizá era demasiado inocente para simplemente decir ''Eso es imposible''

Aireó su haori emocionado y salió disparado por la puerta hasta saltar a uno de los tejados próximos y salir corriendo y saltando de tejado en tejado. Aunque no se había dado cuanta que se había olvidado tras de sí su preciada Kyoshin y su haori.

Sonrío emocionado saltando de tejado en tejado a una velocidad muy superior a la de que él mismo tenía consciencia. Los cuarteles de la décimo primera división estaban cerca de la muralla oeste, por lo que tendría que atravesar todo el Sereitei y después el Rukongai para llegar a la susodicha granja. Normalmente se tardaría medio día en la ida y otro medio dia en la vuelta para tal distancia y justo por eso él lo haría en tan solo media hora y no tenía otra forma sinó hacerlo en linea recta, por lo que no tenía otra alternativa que saltar por los tejados hasta.
Pero incluso con aquella barrera de tiempo y la limitación de no poder usar shunpo aquello no podía ser tan ''relativamente fácil'' seguro que le esperaba alguna sorpresilla por el camino que la sub capitana no le había comentado.
Sonrío emocionado.

Aquello sería realmente divertido.

Me quede sonriente mientras mizumachi salia disparado, entonces cai que se habia dejado su zampakutoh y su haori...este chico es muy atolondrado...jamas debe separarse de su zampakutoh...ella es la unica en que un shinigami debe confiar...por suerte, no le puse trampas por el camino...le seria imposible conseguir ir y volver en media hora...si lo hiciese ya no tendria que entrenarle jiji...

Me acerque a su zampakutoh....que brillaba bajo los tenues rayos de sol que se filtraban por el ventanal...y la agarre con ambas manos, la saia era bonita y la hoja recta , cerre los ojos y empece a imbuir mi reiatsu ne la zampakutoh...

Me sorprendi al ver que los ecos de esa zampakutoh eran....puros....cristalinos y agradables como un riachuelo...pero habia furia en ella...la zampakutoh parecia que ansiaba sacar su potencial...sonrei...quizas deba enseñarle a mizumachi liberar su shikai...

En la media hora que tenía por limite de tiempo para ir y volver, tan solo había podido atravesar todo el Sereitei corriendo a su máxima velocidad, y mientras saltaba de tejado en tejado había tenido que saludar a los conocido que lo miraban entre divertidos y extrañados correr como alma que lleva el diablo. El sudor ya bañaba su cuerpo y hacía que le pegara hakama a las piernas, creando una incomoda segunda piel, no recordaba que el Sereitei fuese tan grande. Puso un pie sobre la muralla este y subió hasta lo mas alto de esta. Se dio el lujo de detenerse unos momentos para mirarlo todo desde lo más alto, desde allí tenía una vista privilegiada del Rukongai y el propio Sereitei -que como había notado, era inmenso-. Siempre había amado los lugares altos y aquella vista de pájaro era lo más cercano a la perfección. Y ahora que se fijaba -y podia verlo-, la diferencia de tamaño entre el Rukongai este y el Sereitei era abrumadora; casi el doble en extensión o incluso el triple, parecía que Mina tendría que esperar un poquito.
Una sonrisa tonta adornó sus labios y llevó instintivamente una mano a donde debería estar su preciada zampakutou.

-A ti también te gusta, ¿Verdad, Kyoshin? - al sentir el vacío en su mano palideció y al mirar a su cinto sintió como sus ojos se le saldrían de las orbitas por la sorpresa de no solo no ver allí su zampakutou, sino tampoco su haori. Miró con temor hacía donde debían estar los cuarteles de la décimo primera división, Mina lo mataría por haberse dejado la zampakutou detrás, su arma era lo más importante para un guerrero, era una extensión de su propio brazo y él, haciendo honor a su reputación, la había olvidado.
Se rascó la cabeza y volvió a sonreír, como se le ocurriera volver... bueno, no quería imaginar que le pasaría.

Saltó de la muralla con un salto simple y ágil y corrió hacía el Rukongai este. No tenía tiempo para lamentarse por olvidar a Kyoshin.

Pensaba que nunca llegaría a la maldita granja pero tras casi tres horas corriedo por fin había llegado. Se sorprendió por el hecho de no haberse encontrado trampas o emboscadas -pero lo agradecía-, aunque tampoco había llegado en perfectas condiciones. Estaba agotado de correr ininterrumpidamente y a toda velocidad, respiraba pesadamente, sentía como la hakama pesaba más al estar completamente empapada por el sudor y los arañazos que le habían causado algunas plantas silvestres y algún que otro animal idiota que pensó que sería divertido jugar al pilla pilla con él le ardian y picaban, sin contar la cantidad desproporcionada de polvo y tierra que llevaba encima.

Caminó con tranquilidad -o para descansar un poco- hacía un hombre bajito y robusto que ordeñaba con calma un vaca.

-Me envia, la sub capitana Mina de la décimo primera división a por algo de leche. - dijo sonriente, rascandose un rasguño.

El hombre se giró y tras mirarlo detenidamente le habló. -Oh, me imaginaba a alguien... - se detuvo un momento para examinarlo con la mirada. -... diferente. Bueno, en cualquier caso, la leche de la sub capitana esta allí. - dijo señalando unos cantaros cercanos a un corral de gallinas, antes de girarse y seguir con su tarea.

El rubio se acercó a los recipientes y los cogió con cansancio antes de volver a salir disparado recorriendo el camino a la inversa.
Al llegar a la muralla este intentó saltarla pero el guardián le abrió amablemente la puerta al ver su deplorable aspecto, lo que agredeció. El camino hasta aquella granja había sido más dificil de lo que habia imaginado. Corrió hasta el dojo donde había hablado con Mina, abrió la puerta con fuerza desmedida y colocó los cántaron en el suelo, mirando con una sonrisa cansada a Mina, que bebia te con calma y comia unos dulces.

Tras casi siete horas en la ida y en la vuelta, había vuelto hecho un harapo al aterceder -habiendo salido prácticamente al alba-

Observe como Mizu chan abria la puerta , tranquilamente le sonrio observando que tenia la leche, estaba hecho un cristo...

Sonrei y me levante tranquilamente acercandome a un armario...

-Veo que has tardado mas de media hora...y no te has llevado tu zampakutoh...bueno....como es tu primer dia te lo perdonare...jijiji...

Saque dos katanas de madera y le lance una a Mizumachi.

-No me gusta entrenar con espadas de madera, siempre se rompen....pero hoy practicaras con una...

Me posicione a cinco metros de mizumachi, relajada pero en guardia.

-Lo primero que has de hacer hoy, es mirar esa espada, toca su empuñadura....siente su peso...una espada no es una arma, o una herramienta, una espada es una extension de tu cuerpo...hoy definiremos tu estilo de lucha...

Suspire tranquilamente y continue explicando.

- Como sabras, cada shinigami tiene un don inato para manejar una espada, pero al igual que una zampakutoh, ni la intensidad de ese don, ni el estilo de lucha es el mismo en cada shinigami, nosotros, el 11º escuadron, nos dedicamos a refinar ese don, dia a dia y perfeccionarlo, nos basamos en ese aspecto, yo no puedo enseñarte tu estilo de lucha, pero puedo ayudarte a que lo perfecciones.

Di un sablazo al aire causando un zumbido y sigo diciendo seriamente:

- como te dije cuando nos enfrentamos, tengo un problema con mi reiatsu, por alguna razon mi cantidad de reiatsu sobresale mucho de la media de un shinigami, tanto que soy incapaz de canalizarlo para hacer incluso los kidohs mas simples, pues no soy capaz de hacerlo fluir correctamente y a que me sale a presion y acaba desestabilizando el kidoh y volviendolo inestable....por otro lado, el reiatsu ahoga mi sentido de percepcion en cuanto a otros reiatsus y solo puedo percibir correctamente aquellos reiatsus que son poderosos, el resto los percibo muy mal...

Suspire algo avergonzada....

-La parte buena de esta "peculiaridad" es que mi cuerpo incoscientemente va quemando el reiatsu que me sobra, absorviedolo y potenciando mis capacidades fisicas, sobretodo mi fuerza, por eso soy monstruosamente fuerte fisicamente, incluso mas que taicho yomi-sama y puedo potenciar mi cuerpo invuyendo ciertas partes en reiatsu, por eso siendo una niña he podido llegar a este puesto....jiji...

Sonrio a Mizumachi de forma inocente:

-Esas caracteristicas son las que definen mi estilo de combate, mi estilo se basa en la presion, presionar al contrincante con golpes rapidos y fuertes hasta abrir una brecha en sus defensas y golpear con fuerza alli, defensivamente no me baso en esquivar, sino parar su ataque y usar mi fuerza para romper su ofensiva de un golpe y dejarlo desestabilizado y listo para ser rematado....

Dicho esto, me coloco la espada en el hombro y digo:

-A lo que quiero llegar diciendote esto es que para conocer tu estilo de lucha, para perfeccionarte como guerrero, el primer paso es conocerte a ti, tus cualidades y defectos, y abrazarlos, en que sobresales, en que flaqueas? Piensa Mizumachi, que eres tu?

Vio como se levantaba con tranquilidad tras su regreso, sonriendole y perdonandole el haber llegado tan tarde, él tambien sonrío a la mujer. La albina sacó dos katanas de madera -de vete a sasber tu donde- y quedándose una ella, le lanzó la restante al rubio. Aununció lo poco que le gustaba usar aquellas armas mientras se alejaba unos metros, alegando que se rompian con demasiada facilidad. El rubio sonrío ante aquello, no creía que se rompieran facilmente, solo que ella golpeaba muy fuerte. Una imagen graciosa surcó la mente de Mizumachi, mostrando a una feliz y pequeña Mina rompiendo katanas como churros en las cabezas de sus compañeros hasta dejar una pila de cadaveres con grandes chichones humantes. Una risa leve se le escapó.

Escuchó como Mina dijo que definirian su estilo de lucha. Escuchó atento su explicación, tranquilo -quizá demasiado- y pensando en las palabras de su sub capitana.

Escuchó el aire ser cortado por el sablazo que Mina dio. Siguió hablando, esta vez definiendo su propio estilo de lucha y su incapacidad de poder controlar su propio y enorme reiatsu. Vio como suspiraba levemente sonrojada por la veguenza, que hasta cierto punto era... gracioso. Dijo que aquella incapacidad de controlar su poder espiritual potenciaba sus habilidades fisicas de manera exponencial y monstruosa, y que su estilo de combate se basaba en presionar al oponente hasta hacerle crear una obertura y poder atacar desde allí con devastadora fuerza, algo que sin duda nunca había visto salvo en aquella mujer y que había comprovado en carne propia.

Lo miró con seriedad, recostando la katana en su hombro y preguntandole que era él, intentando conocerlo.

Miró la katana que sostenía en su mano izquierda unos instantes para después sostener la mirada a Mina. ¿Quién era? nunca se había preguntado eso y no creía poder encontrar una respuesta.

-No lo sé. - dijo con desición. -Hasta ahora siempre he querido alcanzar a los demás y no tener que ver únicamente sus espaldas, caminando siempre frente a mí, tan lejanos e inalcanzables. - la miró unos segundo para después continuar. -Es frustrante ver como el trabajo duro y el esfuerzo es aplastado con implacable escepticismo por el talento... - susurró más para sí que para la mujer frente a él. -Soy consciente de mis propias habilidades, mi reiatsu no es comparable al tuyo. - si solo podía ver delante suyo las espalas de los demás, la de Mina había desaparecido hacía mucho en el horizonte. -No creo tener un motivo para no saber ejecutar tampoco ningún tipo de kidoh, supongo que simplemente no se me da bien canalizar el reiatsu o quizá soy demasiado espontaneo e hiperactivo para poder hacer bien algo tan preciso, tampoco me entero de la mitad de cosas que pasan a mi alrededor, me distraigo con facilidad y acostumbro a dejarme llevar, tengo que aprender a correjir eso. - se llevó una mano a la cabeza y sonrío con culpavilidad. -¿Cualidades? mi altura y mi velocidad, mi agilidad también. - sonrío orgulloso, o eso intentaba aparentar porque lo cierto era que realmente eso era lo unico que tenía. Una altura que le otorgaba una agilidad y velocidad muy superior a la media, pero que aún así era insuficiente. -Quizá también soy demasiado estupido para poder darme por vencido con algo. - rio levemente-Soy fuerte físiscamente hablando, no mo han regalado mi cargo, pero mi fuerza no es nada comparada a la tuya o realmente a la de cuaquiera que se haya enfocado en aumentar su potencial físico, tampoco tengo la inteligencia necesaría para poder armar complejas estrategias. Supongo que me gusta luchar arrastrando el combate a donde pueda ganarlo. - si la cartas que le habían sido entregadas no eran las mejores, lucharía con las que tenía, demostrando que una buena mano no siempre resultaba ser la gandora, a fin de cuentas ¿Aquello no lo haría todo más divertido? -Creo que esa no era el tipo de respuesta que esperabas. - sonrió de medio lado, guiñando un ojo y sonriendo con nerviosismo a la albina.

Altura....velocidad y agilidad, do todo lo que me conto, de momento me quedare con eso, espero que el se haya dado cuenta de lo que ha dicho, puede que tenga razon....puede que no la tenga....pero lo descubrira jijiji....me puse en guardia, una guardia total, mire a los ojos de mizu-chan y dije con una sonrisa.

-Bien, bien, pues si ya sabes que eres....podemos empezar, quiero que me ataques, que prueves tus palabras, quiero que uses tus puntos fuertes , tu altura.....tu agilidad y velocidad...queiro que brilles mizu mizu!

dicho esto me quede a la defensiva.